miércoles, 11 de febrero de 2009

PASTUSOS EN LA HABANA

Un heredero no es solamente alguien
que recibe, es alguien que escoge
y que se pone a prueba diciendo

Jacques Derrida

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Fuimos varios Pastusos a La Habana, dentro de la mamerta delegación Colombiana, a la versión equis del Festival Mundial de la Juventud. En cambio la delegación nariñense era variopinta y heterodoxa, sin militancia reconocida, sin banderas, ni supuestas solidaridades manifiestas.

Cierto día Íbamos en una guagua con otros Colombianos, y un tico colado-obligado por la urgencia de una de nuestras paisanas, a visitar un centro de salud y una fábrica de no sé qué cosas, dentro de la programación del festival, que incluía visitas cotidianas a conocer diversos sitios, como centros turísticos, hospitales, fábricas, ancianatos y no sé que mas.

La monotonía del viaje y el calor inevitable en el verano cubano, hacían del viaje una versión caribeña del purgatorio. De repente uno de los nuestros vociferó el grito de batalla del humor pastuso “veraz marica, que había una vez…” y empezó el toma y dame de chistes. Olvidé mencionar que dentro de nuestra pequeña representación estaba Ever, un estudiante negro de agronomía con una vocación especial para ser blanco de chanzas, y talvez por obra y gracia del compañero Ever, ese día los chistes derivaron hacia el pacífico y su gente. No recuerdo los chistes, pero si que eran de corte racista(según lo políticamente correcto) y ya de más pícaros según mi concepto ya que algunos se referían a las aventuras entre dos marginales: el negro y el pastuso.

Estábamos en esas cuando la voz destemplada de un mamerto paisa gritó a voz en cuello “compañero, detenga la guagua”, pensé que la detenía porque alguien iba a vomitar o algo así, pero no, el señor mamerto del Quindío se paró delante de todos los viajeros y nos increpó a los Humus (humildes-humoristas) sobre el contenido racista de nuestros chistes, subrayó la ofensa a los negros de nuestro humor, los ideales de igualdad, el triunfo de la revolución sobre el racismo y miles de consignas izquierdistas sobre las buenas maneras de comportarse en la llama de la revolución que es cuba, y siendo todo lo que es y representa Cuba, entonces como nos atrevíamos nosotros simples pastusos a denigrar de los logros de la revolución y del aporte valiosísimo de los miles y miles de compañeros negros que habían aportado a la revolución. Después de su pronunciado discurso alguien de los nuestros gritó “callá bambaro” otro lo censuró solapado “sentate sentate y dejá de joder”.

La cosa derivó en nada mas y nada menos que en un zafarrancho regionalista muy colombiano, con descalificaciones de parte y parte, con imprecaciones por el lugar de procedencia “pastusos brutos, groseros”, “paisas maricas, ladrones”. Estuvimos a punto de irnos a los golpes, hasta el dichoso momento en que uno de los nuestros propuso una fórmula conciliadora “que hable el compañero conductor que es negro y encima cubano y diga si de verdad nuestros chistes lo molestan”, esa fue la magna propuesta de nuestro compañero. Nuestros contrarios aceptaron y los 30 segundos que pasaron entre la pregunta y la respuesta del conductor se hicieron eternos, ya que de ese juez improvisado dependía nuestra permanencia en el evento(era el cuarto incidente con los demás colombianos), ese momento me hizo entender el limbo del que habla Santo Tomás: la desesperación sin condena.

“son los mejoles chistes que he escuchado en tola mi vila”, esa fue la sentencia del juez compañero conductor. Una jurisprudencia que nos dio el derecho a seguir con vida en el festival, nuestra nuda vida en manos de esa sentencia, el poder soberano de la palabra, hacer vivir y dejar morir.

Nuestros compañeros viajantes empezaron a contar chistes al estilo paisa, mostrando la viveza y gallardía que los caracteriza, mostrando toda la riqueza de su moral protestante, su temple y emprendimiento.

Nuestro imprecador nos acusó de racistas, pero no escuchó bien nuestros chistes que tienen una característica esencial y es que nuestro humor es ante todo autoinfligido y cabría perfectamente dentro de la categoría de humor negro.

2 comentarios:

  1. Estas cosas solo nos pasan a nosotros. Y solo nosotros podemos contarlas asi.
    (...) Que grato encontrarte de nuevo para poder des-encontrarnos al hablar o escuchar.
    PD/Esa foto me parece familiar?

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  2. muy chevere tu historia y claro siempre hay uno que quiere tirarse todo pero al final de cuentas creo que somos mas los q somos capaces de reir de nosotros mismos y darle un buen toque a todos.
    me gusta tu manera de contar las cosas logras teletransportarme al momento, a la guagua al calor dentro de ella y hasta al conductor. chau

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