miércoles, 11 de marzo de 2009

AFRODISMOS (a propósito de las mujeres)

ALGUNOS AFORISMOS SOBRE MUJER

Cómo puede un hombre amar sexualmente a una mujer? No sin haber renunciado al objeto primordial que es la madre y al goce que se refiere a ella.

No obligaré a las mujeres a medir en la horma de la castración la vaina encantadora que ellas no elevan a significante.

La mujer pobre es seductora porque no pide nada al fantasma del hombre…rica en voluptuosidad o beatitud

En el inconsciente que Freud descifra, descubre que el otro Sexo, que inscribiría la diferencia femenina, no está allí.

No todas son mujeres, por supuesto.

Decir que la mujer no existe, quiere decir que la mujer no es mas que uno de los nombre del goce…real. Y las mujeres que sí existen, dónde? En un lugar diferente a la castración masculina, otro lugar. Ese lugar no es suplementario al goce fálico masculino, por ello no es otro sexo, es Otro absoluto.

En el amor, por la gracia del deseo del partenaire, la falta (femenina) se convierte en un efecto casi compensatorio: ella llega a ser lo que no tiene. Es decir que su falta es positiva.

Lugar de la mujer: ser el falo, ser el objeto causa de su deseo, ser el síntoma en que fija su goce. No hay mas.

La mujer al ser histérica es también histórica, cambia de aspecto según la época.

Ningún argumento feminista liberará a las mujeres de su cruz…fálica.


Decir del ser enamorado: no puedo decir lo que eres para mi, pero me muestras lo que soy ¡qué felicidad!

Diferencia de los sexos: ostentación viril y mascarada femenina, que no son homólogas ni complementarias. La ostentación viril “feminiza”. La mujer para incluirse en la pareja sexual, debe no tanto desear, sino hacer desear, o sea moldearse a las condiciones del deseo del hombre.

No hay reciprocidad, es una mentira. Para las mujeres la instancia del semblante se encuentra acentuada, por ello se visten con los colores enunciados por el deseo del Otro.

En la demanda de amor abunda lo imaginario.

Los hijos como resto de la relación sexual, pueden obstruir la falta fálica, pero ellos no son causa del deseo femenino ya que dicho deseo entra en juego en el cuerpo a cuerpo sexual.

Para un hombre siempre está presente el fantasma de la relación sexual, para ella en cambio el semblante fetichizado de su partenaire. Ella ama sus atributos, él es un coleccionista.

Todo el que ama a las mujeres sea hombre o sea mujer es en rigor heterosexual.

Qué quiere la mujer? No quiere tener, ni ser en la demanda de amor. Simplemente gozar tanto como él desee.

El hombre es apelante del sexo, la mujer partidaria del deseo, por tanto siempre serán rivales.

El goce femenino está envuelto en su propia contigüidad, un goce que no cae bajo la barra del significante, que está forcluido de lo simbólico, el goce femenino escamotea. El goce masculino es idiota: goza del órgano, el goce femenino es extasiado, no se sabe dónde, no se sabe de qué, de un goce deslocalizado y cuya causa escapa.

la histérica es una esclava que busca un amo a quien gobernar.


Femenino e histérico son diferentes. Por ello la frontera entre los dos términos debe ser precisada. Las histéricas de hoy a diferencia de las Freudianas no se niegan a ir a la cama.

miércoles, 11 de febrero de 2009

PASTUSOS EN LA HABANA

Un heredero no es solamente alguien
que recibe, es alguien que escoge
y que se pone a prueba diciendo

Jacques Derrida

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Fuimos varios Pastusos a La Habana, dentro de la mamerta delegación Colombiana, a la versión equis del Festival Mundial de la Juventud. En cambio la delegación nariñense era variopinta y heterodoxa, sin militancia reconocida, sin banderas, ni supuestas solidaridades manifiestas.

Cierto día Íbamos en una guagua con otros Colombianos, y un tico colado-obligado por la urgencia de una de nuestras paisanas, a visitar un centro de salud y una fábrica de no sé qué cosas, dentro de la programación del festival, que incluía visitas cotidianas a conocer diversos sitios, como centros turísticos, hospitales, fábricas, ancianatos y no sé que mas.

La monotonía del viaje y el calor inevitable en el verano cubano, hacían del viaje una versión caribeña del purgatorio. De repente uno de los nuestros vociferó el grito de batalla del humor pastuso “veraz marica, que había una vez…” y empezó el toma y dame de chistes. Olvidé mencionar que dentro de nuestra pequeña representación estaba Ever, un estudiante negro de agronomía con una vocación especial para ser blanco de chanzas, y talvez por obra y gracia del compañero Ever, ese día los chistes derivaron hacia el pacífico y su gente. No recuerdo los chistes, pero si que eran de corte racista(según lo políticamente correcto) y ya de más pícaros según mi concepto ya que algunos se referían a las aventuras entre dos marginales: el negro y el pastuso.

Estábamos en esas cuando la voz destemplada de un mamerto paisa gritó a voz en cuello “compañero, detenga la guagua”, pensé que la detenía porque alguien iba a vomitar o algo así, pero no, el señor mamerto del Quindío se paró delante de todos los viajeros y nos increpó a los Humus (humildes-humoristas) sobre el contenido racista de nuestros chistes, subrayó la ofensa a los negros de nuestro humor, los ideales de igualdad, el triunfo de la revolución sobre el racismo y miles de consignas izquierdistas sobre las buenas maneras de comportarse en la llama de la revolución que es cuba, y siendo todo lo que es y representa Cuba, entonces como nos atrevíamos nosotros simples pastusos a denigrar de los logros de la revolución y del aporte valiosísimo de los miles y miles de compañeros negros que habían aportado a la revolución. Después de su pronunciado discurso alguien de los nuestros gritó “callá bambaro” otro lo censuró solapado “sentate sentate y dejá de joder”.

La cosa derivó en nada mas y nada menos que en un zafarrancho regionalista muy colombiano, con descalificaciones de parte y parte, con imprecaciones por el lugar de procedencia “pastusos brutos, groseros”, “paisas maricas, ladrones”. Estuvimos a punto de irnos a los golpes, hasta el dichoso momento en que uno de los nuestros propuso una fórmula conciliadora “que hable el compañero conductor que es negro y encima cubano y diga si de verdad nuestros chistes lo molestan”, esa fue la magna propuesta de nuestro compañero. Nuestros contrarios aceptaron y los 30 segundos que pasaron entre la pregunta y la respuesta del conductor se hicieron eternos, ya que de ese juez improvisado dependía nuestra permanencia en el evento(era el cuarto incidente con los demás colombianos), ese momento me hizo entender el limbo del que habla Santo Tomás: la desesperación sin condena.

“son los mejoles chistes que he escuchado en tola mi vila”, esa fue la sentencia del juez compañero conductor. Una jurisprudencia que nos dio el derecho a seguir con vida en el festival, nuestra nuda vida en manos de esa sentencia, el poder soberano de la palabra, hacer vivir y dejar morir.

Nuestros compañeros viajantes empezaron a contar chistes al estilo paisa, mostrando la viveza y gallardía que los caracteriza, mostrando toda la riqueza de su moral protestante, su temple y emprendimiento.

Nuestro imprecador nos acusó de racistas, pero no escuchó bien nuestros chistes que tienen una característica esencial y es que nuestro humor es ante todo autoinfligido y cabría perfectamente dentro de la categoría de humor negro.

viernes, 6 de febrero de 2009

justicia duelo y reparación

JUSTICIA, DUELO Y REPARACION


“un gran maestro hasídico, el rabí Kotsk, decía: “hay
Verdades que no pueden comunicarse con la palabra;
Hay verdades mas profundas que solo pueden
Trasmitirse por el silencio;
Y en otro nivel están aquellas que no pueden ser
Expresadas, ni siquiera por el silencio.
Y sin embargo han de ser comunicadas, este es el dilema
Al que se enfrenta todo el que se sumerge
En el universo del campo de concentración: ¿cómo puede
Narrar el acontecimiento cuando por la dimensión y la
Carga de su horror, este desafía al lenguaje”[1]


Alrededor del paradigma del horror que es auschwitz, se plantean diversas posiciones, desde la del sobreviviente que no puede articular un decir, pasando por la de aquel que pretende dar su testimonio, hasta la negación perversa de los hechos, “Sé que sucedió, mas sin embargo…”. Lo cierto es que la verdad emerge en el campo de la contingencia. o dicho de otra forma, alrededor de los sucesos extremos y aparentemente inasimilables hay una posibilidad de decir.

En 1998, El director Colombiano de cine Sergio Cabrera, con guión original de Claude Pimont y Ben Odell, Realiza una película llamada Golpe de Estadio, en donde a propósito del mundial de fútbol de USA en 1994, logra sentar en un mismo escenario a los combatientes de la guerrilla y de una estación de policía de un pueblo cualquiera, durante el partido que Colombia le ganó 5 goles a cero a la selección Argentina en el estadio monumental de Núñez en Buenos Aires. Valiéndose de la gran significación que tuvo para los colombianos dicha goleada, él recrea un hipotético encuentro entre los dos bandos, en donde el fútbol es la ocasión para una pausa en medio del horror de la guerra.

En el campo de concentración de Auschwitz, los SS y el SonderKommando solían jugar partidos en los pocos momentos de asueto que permitía la producción en serie de “cadáveres”. el SonderKommando era un cuerpo denominado por los alemanes como “escuadra especial” conformado por judíos quienes eran responsables de la gestión de las cámaras de gas y de los crematorios. Conducían a los prisioneros a la muerte, sacaban los cadáveres, los lavaban y vigilaban que no tuviesen objetos preciosos en los orificios, los trasladaban a los crematorios y después los limpiaban de las cenizas resultantes.


En ambos casos el fútbol se presenta como un momento de inflexión en medio del horror, como un resquicio de humanidad en medio de la inhumanidad de la guerra y de la puesta en marcha de los campos de muerte, sin embargo el verdadero horror, es este aparente momento de normalidad en medio de la muerte y lo que verdaderamente implica una reflexión es el hecho de que ese partido aún no termina.[2]

A lo largo de mi exposición trataré de hacer una lectura del horror, tomando como referencia su paradigma absoluto en la modernidad, como son los campos de concentración nazis durante la segunda guerra mundial y específicamente el campo donde en mayor cantidad, eficacia, celeridad y orden los alemanes pusieron en práctica la solución definitiva: AUSCHWITZ. Después haré una lectura de la justicia, desde lo posible y no desde lo deseable. Posteriormente me adentraré en el campo del duelo, como el trámite ineludible para empezar a soltarnos del horror y por último haré una reflexión sobre una posibilidad de restitución e integración de la violencia en el lazo social.

AQUELLO DE LO QUE EL OTRO ME PRIVA: su goce me impide gozar
Los campos de Exterminio. El Holocausto


La ideología del nacional socialismo alemán se funda en la premisa esencial de devolver la dignidad perdida del pueblo germano con la firma del tratado de Versalles al final de la primera guerra mundial. Diríamos entonces que la ideología fascista logró encarnar un ideal alrededor de la fisura narcisista que causó en Alemania la derrota en la primera guerra. Es importante situarlo en el campo de la ideología y no en el de la psicología. Ningún perfil psicológico alcanza para tratar de dar cuenta de la unicidad pretendida de cualquier ideología. Incansablemente han buscado las patologías “perversas” de la sexualidad de Hitler, para tratar de dar cuenta de un sentido posible al horror, aunque lo verdaderamente terrorífico es que en un nivel íntimo y privado Hitler era como cualquier otro y esto es lo verdaderamente horripilante. Lo cierto es que la ideología nazi logró encarnar el lugar del Uno en la sociedad alemana y consiguió incorporar el ideal de nación con toda la ambigüedad que dicho concepto implica. la nación liga a los ciudadanos que han sido liberados de los lazos orgánicos tradicionales, a saber, la familia, la religión, la casta y lo sitúa como individuo abstracto. Y a su vez posibilita la desuturación de dichos lazos. El amo nazi logró encarnar la figura de la ley, pero no olvidemos que toda ley va de la mano con el goce. “los mayores asesinatos de masas y holocaustos siempre han sido perpetrados en nombre del hombre como un ser armónico, de un hombre nuevo sin tensión antagónica”[3]

Los alemanes le imputaban al judío un goce imposible e insondable que a su vez era la causa de la privación de goce de estos. No olvidemos que de alguna forma los judíos reconocen el lugar del gran otro como vacío, dios es irrepresentable. Sin embargo, la imputación de goce al otro, no es privativa de alguna ideología en particular, es mas bien estructural al sujeto dividido por el lenguaje. Toda relación del sujeto al otro, pasa por un encuadre fantasmático y la ideología intenta explicar la carencia de goce. Y por ello la fantasía está del lado de la realidad, es el soporte mediante el cual el sujeto hace su prueba de realidad. Cuando el marco fantasmático se desintegra como en las psicosis, la realidad pierde su base ontológica.

El nacionalismo representa un dominio privilegiado de la irrupción del goce en el campo de lo social[4] y logra organizar la pertenencia simbólica al concepto de nación y por ello funda una serie de mitos que dan cuenta de la Cosa nacional, y le achaca al otro un goce excesivo que lo priva de goce, la pregunta por la tolerancia o la intolerancia no puede ir dirigida hacia una propensión humanista, ni hacia el discurso de los derechos humanos. Debe ir dirigida al campo del goce, y mas precisamente de su carencia. La condición de otro es inherente al paso del sujeto por la castración. Qué le suponemos al otro? La posesión del objeto, pero el objeto es perdido para siempre. Por ello el extranjero(étrange) es visto a los ojos del nacionalista siempre como excesivo, que hace mucho ruido, que huele feo y no se baña, que nos roba el trabajo con su laboriosidad o su opuesto, que es ocioso. Lo que no se quiere saber o lo que se deniega es que el otro tiene consistencia en mi interior, por tanto todo odio hacia el semejante es también un odio dirigido a sí mismo. Por ello la ideología nacionalista pretende a través de los mitos étnicos devolverle al sujeto la pretendida unicidad. he allí la fascinación que suscita. Fascinación moderna por el goce, en tanto pretende suturar la desutura social de las referencias simbólicas perdidas para siempre, ya que en el campo del deseo gravita la ciencia. Sin embargo, La contradicción es inherente a la identidad.


Poco a poco la ideología nazi fue construyendo el campo del Uno, el campo perverso de la denegación de la castración, castración que priva de goce y que encontró en el judío el pretexto ideal para ir construyendo el mito étnico de la pureza y la predominancia de la raza germana.

Así, se emprendió el señalamiento social, la arbitrariedad y la anulación de los procedimientos jurídicos y la instauración plena de un estado de excepción permanente[5] que en términos jurídicos instauró una guerra civil legal, que permitió la eliminación física y moral de los ciudadanos que por las razones ideológicas antes mencionadas no eran integrables en el sistema.

El decreto “noche y Niebla”(Nacht und Nebel) 1941, establecía “la detención de toda persona peligrosa para la seguridad de los alemanes y su liquidación, sin dejar huellas, en la noche y en la niebla de lo desconocido, y sin que sus familiares recibieran ninguna noticia, referente a la suerte de los afectados”. Este fue el comienzo del exterminio. después Se pasó de las detenciones y deportaciones masivas, a la creación de los guetos; hasta llegar a la instauración de los campos de concentración como la materialización de “la solución definitiva del problema judío” que consistía ni mas ni menos que en la eliminación física de pueblos enteros por su condición étnica, política o sexual.

Dicho exterminio, fue dado en llamar simplemente Holocausto. Pero veamos lo inconveniente del término. Es la traducción docta del latín holocaustum, que es derivado del griego holokaustos. el uso del término tal como lo conocemos se lo debemos a los padres de la iglesia en un intento – fallido talvez- de explicar la doctrina sacrificial de la iglesia. Shoa es en hebreo el equivalente al holocausto y es igual a devastación y catástrofe, y en general se refiere a un castigo divino. Por tanto su uso es- por decir lo menos- inadecuado. Ya que entra a considerar el exterminio como castigo por la culpa de los pecados cometidos eleva en última instancia a los nazis a la categoría de portadores de los designios de dios. Por tanto compadecerse del “holocausto” lleva en sí la marca del antijudaismo.

El poder en términos de ser un portavoz del discurso del amo se define como el derecho de vida y de muerte, sin embargo es asimétrico, en tanto ejercer el derecho de muerte implica la declinación de la vida. En la antigüedad el poder propendía por un hacer morir y dejar vivir. En cambio en la modernidad se trata de hacer vivir y dejar morir. La pregunta que asalta es ¿cómo un poder que pretende ejercer el imperativo de hacer vivir, ejercite por el contrario un poder incondicionado de muerte?, en todo caso, la conclusión definitiva es que después de auschwitz “no es posible servirse de un paradigma trágico de la ética”[6]



El Musulmán.
El musulmán era en auschwitz el último en la escala, se refería a aquel que habiendo perdido cualquier referencia simbólica, deambulaba por el lager, incapaz de tan siquiera relacionarse con los otros que no sean de esta condición. Solo en busca de algún mendrugo, excluido del lazo social de los excluidos, es el que ha visto a la Gorgona. En griego prósópon “lo que está ante los ojos, lo que se hace ver” la cara prohibida que es imposible mirar porque nos lleva a la muerte. Es la eficacia visual in extremis, y por tanto no es una cara real sino una imagen absoluta. Es aquello que no se puede no ver. es lo que Lacán denominó la “mueca de lo real” Cadáver o simplemente muñecos(figuren). El musulmán no solo es alguien que está próximo a la muerte y que se entrega sin resistirse. No es la anunciación de su muerte que es la nuestra, es ante todo el no hombre, ya que es carente de toda referencia simbólica. En rigor, en auschwitz no se moría, ni se producían cadáveres. Mas bien se producían restos sin muerte y es esta degradación de la muerte como hecho simbólico el verdadero horror de auschwitz. La muerte no sucede en el campo. Ya que para que la muerte humana tenga lugar es preciso que ocurra el rito funerario, de lo contrario asistimos a la ofensa de la carroña. Y es de advertir que el campo solo era posible en la modernidad, ya que es el tiempo donde ella pierde todo carácter público y se vuelve un hecho privado y carente de sentido en lo social. La muerte es trivial, burocrática y cotidiana. Por ello el exterminio solo es posible en la modernidad, en la eficacia industrial del capitalismo.
“aporía ética de auschwitz: es el lugar en que no es decente seguir siendo decentes, en el que los que creyeron conservar dignidad y respeto de sí sienten vergüenza con respecto a los que la habían perdido de inmediato”[7]

LO QUE NOS QUEDA DE AUSCHWITZ

En Colombia hemos asistido a una inmensa teorización de la guerra para tratar de dar cuenta de lo que se ha dado en llamar la violencia, desde las teorías biológicas que han tratado de mostrar cierta predisposición genética a la violencia producto de un defecto en nuestro mestizaje, hasta los estudios culturales de los que se conocen como violentólogos. Las teorías económicas no han sido suficientes, algunas teorías sociológicas giran alrededor de la insuficiencia del estado nación como amarre de la entidad simbólica del ciudadano. Lo cierto es que todo análisis se ve desbordado por las múltiples particularidades del goce.

Es imposible no hacer analogías con el exterminio judío, con la particularidad de que en este caso no hablamos de la Cosa nacional, sino de las múltiples Cosas, la Cosa Guerrillera, La Cosa esmeraldera, La Cosa Narcotraficante, la Cosa Paramilitar y en general las múltiples formas de gozar presentes en nuestra violencia. Diríamos entonces que el estado colombiano no ha logrado establecer un campo de anudación de los goces que al menos nos identifique con un mito nacional. Lacan plantea que una nación existe solo mientras su goce específico se siga materializando en un conjunto de prácticas sociales y se trasmite mediante los mitos nacionales que las estructuran, por tanto el concepto nación debe tener una contingencia discursiva. Nuestra violencia política es también la manifestación de la incapacidad de anudar un mito que logre cifrar el campo del goce del sujeto a lo social. De ahí la eclosión de las múltiples violencias, que denuncian un amo incapaz de anudar el lazo social y por ello asistimos en Colombia a una condensación de todas las formas de violencia, desde los horrores de la guerra, hasta la violencia de los particulares que no declinan el hecho de la violencia como primacía del estado.

El hecho de desmembrar el cuerpo de un contendiente, supone no solo la degradación de las reglas de la guerra, es también y ante todo la manifestación mas patente de que se le atribuye al otro un goce tan extremo que es preciso segmentar su cuerpo como un intento de despojarlo de aquello de goce que tiene él y que me priva a mí. El beber la sangre de los enemigos caídos implica un apropiarse de su goce, beberlo, introyectarlo al cuerpo para desarmar su potencial destructivo y apropiarse de él.

La población mal llamada desplazada, ha sido despojada de no solo de su tierra, sus pertenencias, de su lugar, suyo en tanto investido libidinalmente, también han sido despojados de sus muertos y por tanto ahí también asistimos a el intento de despojar a una parte de la población de sus referencias simbólicas, es el intento de destruir un lazo social específico. No tiene esto relación con la práctica del gueto nazi? ¿O al menos con el estado de excepción permanente de la suspensión de derechos y de la arbitrariedad de la eliminación física, por no cumplir determinadas condiciones en el pequeño mito del grupo que comete el crimen? “el deportado ve crecer hasta tal punto el abismo entre inocencia subjetiva y culpa objetiva, entre lo que ha hecho y aquello de que puede sentirse responsable, que no logra asumir ninguno de sus actos…se siente inocente de aquello de lo que el héroe trágico se siente culpable y culpable dónde este se siente inocente”[8] creo que el desterrado entra de alguna forma en la categoría de musulmán, en tanto excluido del lazo social y que tiene una existencia de gueto, dentro del gueto que es nuestro país en medio de la guerra.


La desaparición forzada ha sido una práctica permanente de todos los actores de la guerra, y en especial de agentes del estado y paraestatales, que han tratado de esta forma eliminar todo vestigio mortal y por tanto toda historicidad posible en lo social.

Así mismo el secuestro implica una suspensión temporaria de la libertad y también una reivindicación económica y política sobre todo de los grupos insurgentes. Que de esta forma logran hacer padecer a las clases más favorecidas de los padecimientos que según ellos sufre el pueblo cotidianamente (este es el sentido de las llamadas cárceles del pueblo cuya última víctima fue el hermano de Cesar Gaviria) y trasmiten el mensaje de que la vulnerabilidad no es privativa de los menos favorecidos. Pero lo importante es que se pretende arrancarle al otro parte de su goce.

Asistimos al espectáculo de la justificación de la violencia por parte de los poderosos invocando la incapacidad del estado para proteger sus bienes. ¿No se parece dicho cinismo al invocado por Hitler cuando justificó el nacional socialismo como respuesta a un gobierno débil y corrupto que tenía a la población sumida en la pobreza?

DUELO

A nivel simbólico se le niega a la familia el ritual funerario y por lo tanto la posibilidad de inscribir la muerte del ser amado en el lugar de los muertos, a través del ritual funerario, que es la ceremonia que hemos inventado los hombres para decir adiós a aquellos que amamos y que desde las cenizas de lo irreparable tendremos que irnos acostumbrando paulatinamente a la ausencia de aquel que ocupó un lugar en nuestra historia y que con su partida y la despedida que le hacemos nos tocará inventar nuevas formas de estar en el mundo, así para ello sea necesario sumergirnos en las desgarradoras notas que harán surgir una tristísima melodía en el dolor de lo que nunca jamás será, a no ser en la majestuosidad de la muerte. El duelo es eso, es la desconexión paulatina de aquello que amamos, y lo hacemos poco a poco porque la libido no abandona de buena gana a aquello que le da consistencia que es el objeto y es doloroso en tanto nos prepara para la ausencia de aquello que añoramos porque ya no está, el duelo no es un estado patológico en sí, es el trabajo de sutura que hace la psiquis para tramitar la pérdida del objeto. Además aunque no lo digamos la ausencia permitió que afloraran los sentimientos en toda su complejidad, así el odio latente hacia el ser amado se hace evidente y se convierte en reproche hacia sí mismo: Aquel que se fue no-solo nos hace llorar, también nos hace sentir culpables, pero ¿culpables de qué? Seguramente de desear su muerte o al menos de gozar con esta idea. Ya no está el objeto de amor al lado y nuestra alma inicia un camino a solas consigo misma, ya el mundo no importa, el verde no es ya de todos los colores, ahora es cualquier color. Los ojos de aquel que se fue no están en ninguna mirada, son un recuerdo inasible, imposible de atrapar, es lo que Freud llama la “prueba de realidad” lo que está en cuestión, porque el objeto así tenga una existencia real, también tiene una existencia imaginaria en la psiquis, o sea que está afuera en tanto su presencia corpórea lo denuncia y está adentro gracias a que es un objeto imaginario. Por ello es que el primer movimiento psíquico ante la pérdida es la negación, porque una parte del yo reconoce la pérdida, pero otra la niega porque su presencia estaba regida por el placer que el objeto nos causaba.

Es precisamente el ritual, el que nos prepara para la elaboración del duelo, en este encuentra la psiquis la vía simbólica para la elaboración o sea para tomar partido por el principio de realidad, el doliente entonces a través del ritual hace una prueba de realidad que lo confronta a la aceptación de la pérdida del otro y permite expresar el dolor de la pérdida. Es el ritual el que protege al vivo de los terribles poderes del muerto y lo protege de todos los poderes sobrenaturales de éste, que no son otra cosa que la proyección que hace el vivo en él de sus sentimientos. O sea que permite llorarlo como es debido e inscribirlo donde corresponde, en el lugar del cadáver para que el muerto retorne a su lugar simbólico. No es esta acaso la apuesta de Antígona:” Yo voy a enterrarle y en habiendo así obrado bien, que venga la muerte: aquí yaceré con él, con un amigo, convicta de un delito piadoso; por mas tiempo debe mi conducta agradar a los de abajo que a los de aquí, pues mi descanso entre ellos ha de durar siempre. En cuanto a ti si es lo que crees, deshonra a lo que los dioses honran”...”bien, y tu te escudas en este pretexto, pero yo me voy a cubrir de tierra a mi hermano amadísimo para darle sepultura” ella con este gesto reclama para su hermano su lugar entre los muertos, o sea un lugar simbólico que tiene en la sepultura su consistencia. En el sentido del reclamo inicial, Antígona es una madre de la Plaza de Mayo de la antigüedad..


JUSTICIA Y VERDAD EN EL CAMPO DEL SUJETO

“la pulsión de muerte no es un hecho biológico, sino una noción que indica que el aparato psíquico humano está subordinado a un automatismo de repetición ciego mas allá de la búsqueda de placer, de la auto conservación, de la conformidad del hombre con su medio”[9]

Podríamos pensar en un impulso de muerte que está mas allá de las condiciones sociales. Dicho impulso es inherente a la condición humana en cuanto tal. Y ante tal aterradora condición la cultura se presenta como una especie de formación reactiva que canaliza, limita y cultiva este núcleo traumático.
Por tanto el lazo social siempre está en permanente tensión, entre aquellos que con su voluntad de goce deciden cuestionarlo, incluso invocando la posibilidad de destruirlo para establecer otro pacto.

Todo intento por pacificar al país implica necesariamente una restauración del lazo social, a través de la refundación de un pacto, que lleva en sí mismo la condición necesaria de devolverle a las víctimas la posibilidad de enunciar desde su encuadre subjetivo aquello de lo sucedido. Por tanto no es algo que deba nacer como producto de un pacto, me refiero a que cualquier pacto lo único que puede establecer son las condiciones para cualquier restauración, porque La apuesta de la víctima está mas allá de la aceptación o del rechazo, más lejos que cualquier psicología, ya que es una apuesta ética, que traspasa las barreras de la culpa inocente.


El estatuto de la verdad tiene una consistencia no jurídica, ya que la verdad en términos lacanianos está supeditada al campo de la enunciación, por ello es que más allá de la questio facti. Está mas bien supeditada al campo del testimonio. El derecho no tiende al establecimiento de la justicia ni de la verdad, por ello su fin último es el juicio en sí. Por ello la pena no es derivada del juicio sino que la pena es el juicio en sí. Por ello el inocente verdadero no es aquel que es declarado como tal, sino aquel que ha trasegado por la vida sin juicio.

Es necesario establecer una distinción entre responsabilidad y culpa. La culpa tiene un estatuto plenamente subjetivo y atañe a los avatares del superyo. Y la responsabilidad atañe al deseo en sí. O sea de si el sujeto asume plenamente la responsabilidad de sus actos frente al otro.

Espondeo en italiano tiene la acepción de convertirse en garante, frente a sí o al otro. En derecho romano arcaico el uso se refería a que el hombre libre pudiera constituirse en rehén(reus) y de aquí el término ob-ligatio para garantizar la reparación de una ofensa o el incumplimiento de una obligación. Por ello en el acto del matrimonio, el padre de la novia se constituía como spondeo y de tal forma garantizaba la entrega de su hija al pretendiente. De allí viene el término esposa, de sponsa.

Las palabras de los congresistas cuando dicen que ellos ante díos se sienten inocentes, así ante la ley sean culpables. Diferenciar entre culpa moral y culpa jurídica. La responsabilidad moral solo tiene valor si se está dispuesto a asumir las consecuencias jurídicas de ella. Muchos poderosos acuden a la responsabilidad moral sin asumir ninguna responsabilidad jurídica.



El Testigo y el Testimonio.

Testigo, en griego se dice martis, después los cristianos acuñaron el término martirio para indicar la muerte de los perseguidos por la fe. Pero en resumidas cuentas la doctrina del martirio es un intento de elaborar el escándalo de una muerte insensata. Éste no es el caso de auschwitz, ya que implica la mistificación del destino de los asesinados en los campos. El martis tiene una acepción verbal que significa recordar. El testigo es básicamente un aportador de sentido.

Todo sujeto testimonia, y testimonia ante todo de la imposibilidad del lenguaje, o sea que en rigor ningún testimonio es completo. Ahora, qué decir del horror? Lo aparentemente indecible en realidad no lo es. Decir de Auschwitz indecible equivale a adorar en silencio, a cierta mistificación y es por decir lo menos un eufemismo(euphemein).”quizá toda palabra, toda escritura, nace como testimonio. Y por esto mismo aquello de lo que se testimonia, no puede ser ya lengua, no puede ser ya escritura: puede ser lo intestimoniado”[10]

En latín hay dos palabras para referirse al testigo, está terstis que es aquel tercero en un litigio entre dos contendientes y la segunda es superstes que se refiere a aquél que ha vivido una determinada realidad, ha llegado hasta el final de un acontecimiento y por tanto está en capacidad de ofrecer un testimonio sobre él.[11]

El sujeto del testimonio es justamente el que testimonia de una subjetivación, pero a condición de no olvidar que testimoniar no lo convierte en sujeto del testimonio. Porque aquel que sobrevive no es el testigo verdadero. Pero no en el sentido de que solo el asesinado sea aquel que podría dar el verdadero testimonio, sino también de que el sujeto en sí en tanto hablante ser, es testimonio de la hiancia estructural efecto del lenguaje. Por tanto todo testimonio es estrictamente parcial, por ser un acontecimiento de palabra. Digamos entonces que todo sujeto es en sí un testimoniante de la deficiencia de lo simbólico en relación a lo real.

Testimonio en tanto post festum, después de la fiesta, y por lo que parece aún la fiesta no termina. Y aún estamos frente a la violencia en un pasado que no es irrevocable y asistimos estupefactos al instante de ver en el tiempo lógico Lacaniano, no hemos llegado al instante de comprender y mucho menos al de concluir. Aún seguimos creyendo que somos el mejor país del mundo, talvez como soporte fantasmático de cierta creencia perversa en la genialidad del colombiano, hay decires como estos “si, es verdad que vivimos una violencia horrible, pero aún así este es el mejor país del mundo”, “es que un colombiano no se vara en ningún lado”, y muchos otros que muestran la apropiación de unos semblantes de goce, que nos impiden mirar nuestra tragedia. William Ospina decía que la tragedia colombiana daría risa a no ser por el charco de sangre en el que se representa.


Asistimos al testimonio del victimario, como supuesto sujeto de confesión, se cree erradamente que la confesión de los crímenes implica en sí un gesto de parte del victimario en aras de restituir la verdad. Durante el proceso de pacificación de Sudáfrica se estableció que los victimarios hicieran delante de la familia la confesión de los crímenes de sus familiares, creyendo que la confesión de las faltas conduciría al perdón de los afectados. Dicho ejercicio pierde validez frente al cinismo del victimario. Al contrario se somete a la victima a la intimidad que se experimenta con el propio asesino, es la intimidad mas extrema y puede por ello producir vergüenza. Vergüenza por haber sobrevivido a otro y en la vergüenza que damos expuestos a una sobredeterminación de la mirada de otro. Palabra griega para la vergüenza es aidós en griego y es a la vez pasividad y actividad, ser mirado(erógenos) y mirar(erastés), en la ética de la relación homosexual en Grecia se exigía que el sujeto pasivo no experimentase placer. En auschwitz el pasivo era el musulmán y el activo el judío en el campo. En Colombia el actual proceso de paz, está basado en una ley cuyo objetivo fundamental es la reincersión de los victimarios, aduciendo el principio nebuloso de la reconciliación nacional. El artículo segundo de la ley 975 establece que el ambito de la ley “ regula lo concerniente a la investigación, procesamiento, sanción y beneficios judiciales de las personas vinculadas a grupos armados organizados al margen de la ley, como autores o partícipes de hechos delictivos cometidos durante y con ocasión de la pertenencia a esos grupos, que hubieren decidido desmovilizarse y contribuir decisivamente a la reconciliación nacional”[12]

Por donde se mire, es necesario reconstruir para la memoria los hechos y reconstruirlos no como inventario exhaustivo questio facti, sino teniendo en cuenta que son hechos de palabra y por tanto están atravesados por una disimetría estructural entre el decir y el saber, en el que sabe de una dolorosa imposibilidad de decir y en el que habla una imposibilidad no menos amarga de saber[13]. Sin embargo es una curiosa ley, que basa el acto de reparar en el testimonio del victimario y no del estado en lugar de tercero y garante de la ley, en los términos de padre que debe producir un cortocircuito en la relación de goce entre la víctima y el victimario, como están planteadas las cosas solo se logra mantener el lazo erógeno entre las dos polaridades y la víctima queda expuesta al cinismo del victimario, ya que por definición es un tercero en cuestión quien logre restaurar el lugar de la víctima en el lazo social y a su vez inducir al victimario a que asuma, no ya la culpa, sino la responsabilidad de sus actos y por con ello las consecuencias que de este hecho se derivan.

Por ello insisto, en el valor del testimonio, siempre incompleto, siempre parcial, en tanto está el sujeto implicado en él, desde su lugar de enunciación que no insiste tanto en el valor del signo, sino en el hecho de que se diga en sí, no se trata de lo que se dice, sino de que se diga. Lo importante es que existe una subjetividad que atestigua, así sea de su propia imposibilidad de decir.

Esto es lo que tenía para decirles hoy, agradezco su paciencia y espero haber suscitado en ustedes algo de su interés.
Henry Benavides




BIBLIOGRAFIA
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SOLER, Colette. Discurso capitalista y discurso analítico. Apuntes inéditos. 2005. Medellín
[1] INDSORF, Annette. Indelible shadows: film and the holocaust.
[2] AGAMBEN, Giorgio. Lo que queda de auscwitz. Pre-textos.1999. pag.25.
[3] ZIZEK, Slavoj. Ibid. Pag.27
[4] ZIZEK, Slavoj. El acoso de las fantasías. Pag. 47.
[5] AGAMBEN, Giorgio. Estado de excepción. Pag.11
[6] AGAMBEN, GiorGio. Ibid. pag.103.
[7] AGAMBEN, Giorgio. Ibid. pag.62
[8] AGAMBEN, Giorgio.ibid. pag102
[9] ZIZEK, Slavoj. El sublime objeto de la ideología. Pág. 27

[10] AGAMBEN, GIORGIO.ibid. pag. 39.
[11] Tomado de AGAMBEN, Giorgio. Ibid. Pág. 15
[12] Ley 975 de julio de 2005
[13] AGAMBEN, Giorgio. Ibid. Pag. 131.